Cuando tu perro, ese compañero de cuatro patas que te mira como si fueras su mundo, empieza a cambiar el corazón se aprieta. Que si toma agua como si se fuera a secar, que si se le cae el pelo en mechones, que si camina con esa pancita inflada como tambor mal templado. Y uno se pregunta: “¿Qué le pasa?”. Hasta que llega ese diagnóstico: síndrome de Cushing.
Y sí, el nombre asusta. Pero calma no es el fin del camino. De hecho, es el momento perfecto para cambiar el rumbo, con más ternura, menos químicos y mucha paciencia.
¿Quieres saber cómo? Bueno, seguirme, que acá te dejo unos remedios naturales para el síndrome de cushing en perros que pueden ayudar a tu peludo a sentirse mejor sin meterle pastillas hasta en los sueños.