Cuando un perro empieza a sacudir la cabeza como si tuviera maracas adentro, algo no anda bien. Y sí, muchas veces el problema está escondido justo ahí, en esas orejas peludas que tanto queremos rascar. ¡La otitis! Esa vieja conocida que aparece sin pedir permiso y fastidia a nuestros peludos como si les metieran hormigas en los oídos.
Pero tranquilo no todo está perdido. Hoy te traigo unos remedios naturales que pueden echarte una mano o mejor dicho, una pata para aliviar ese malestar y devolverle la alegría al meneo de cola.
🌪️ Cuando las orejas hacen ruido
Primero, lo primero. La otitis es como una tormenta que se instala en el canal auditivo. Puede ser externa, media o interna y mientras más profunda, más peligrosa. ¿Las causas? ¡Un festival! Bacterias, hongos, ácaros, humedad, alergias, cuerpos extraños, hasta un pelo rebelde puede ser el culpable.
Y claro, el perro no te va a decir “me duele acá”, pero sí te lanza señales como:
Rascarse como si no hubiera un mañana
Sacudir la cabeza como licuadora vieja
Orejas rojas, calientes, con olor a rayos y centellas
Lagrimitas, chillidos, mal humor... oídos que gritan en silencio
Entonces, si ves eso, abrí bien los ojos. Y el botiquín.
🍃 Remedios naturales que dan alivio sin veneno
Antes de arrancar, un aviso con cariño: estos truquitos caseros sirven si el caso es leve o está recién empezando. Si hay pus, sangre, fiebre o el perro llora... ¡al veterinario, volando!
Dicho eso, vamos con la artillería suave:
🍎 Vinagre de manzana: el sheriff de las bacterias
Sí, ese que usas en la ensalada también sirve para las orejas. Mezcla una parte de vinagre con una parte de agua tibia hervida. Moja una gasa limpia y limpia con cuidado la parte externa de la oreja. Nada de empujar para adentro, que no queremos hacer lío.
Este líquido tiene poder: combate bacterias, hongos y deja todo oliendo mejor. Pero si la piel está lastimada… ¡ni lo intentes! Pica más que un chisme mal contado.
🌼 Manzanilla: la abuela de los remedios
La manzanilla es esa tía dulce que siempre tiene un té para todo. Hace una infusión suave, déjala enfriar bien y úsala para limpiar la orejita. Relaja, desinflama y calma. Como un abrazo calientito... pero en versión líquida.
🥥 Aceite de coco: un mimo perfumado
Este aceite no solo huele a paraíso, también es antifúngico y antibacteriano. Aplica unas gotitas tibias (nunca calientes, ojo) en la oreja externa. Es como darle un spa a tu perro. Además, deja el pelito suavecito y brillante.
🌿 Aloe vera: el fresquito natural
Si tienes una planta de aloe, ya tienes medio remedio. Corta una hoja, saca el gel y aplícalo suavemente en la parte visible de la oreja. Refresca, regenera y alivia la picazón como si soplara el viento del desierto.
💧 Suero fisiológico: el limpiador buena onda
Cuando lo que hay es mugre acumulada o humedad atrapada, unas gotitas de suero fisiológico pueden hacer maravillas. Limpia sin agredir y deja todo listo para que el canal respire. ¿Lo mejor? No arde, no huele, no molesta. ¡Como un suspiro!
🛑 ¡No hagas esto ni por curiosidad!
No metas hisopos
No uses alcohol ni agua oxigenada
No inventes mezclas locas de internet
No ignores los síntomas si empeoran
Recordar : el oído del perro es delicado, como una melodía que se desafina fácil.
🐾 Y para prevenir, toma nota.
Porque más vale prevenir que andar corriendo con remedios caseros, ¿no?
Seca bien sus orejas después del baño o si se moja jugando
Revisa seguido, especialmente si tiene orejas largas o peludas
Manteen los pelos recortados en la entrada del canal
Dale buena comida, que un perro sano resiste más
Y sí, llévalo al veterinario de vez en cuando, que no muerde ¡bueno, casi nunca!
❤️ Una oreja sana vale más que mil ladridos
Nuestros perros no solo oyen con las orejas… sienten con ellas. Por eso, cuando les duele, todo se les viene abajo. No juegan, no comen, no duermen bien. La alegría se esconde. Pero con paciencia, amor y unos cuantos toques de naturaleza, podemos ayudarles a recuperar la calma.
Porque no hay medicina más efectiva que una caricia a tiempo. Ni tratamiento más poderoso que el amor que se filtra por los dedos cuando cuidamos de ellos como si fueran parte de nosotros. Porque, entre nosotros, lo son.