Dicen que el enemigo más peligroso es el que no se ve y cuando se trata de parásitos en los perros, ¡vaya que la frase cobra sentido! Esos bichitos traicioneros se cuelan sin permiso, se instalan como si nada, y empiezan a hacer fiesta adentro y afuera del cuerpo de nuestros peludos. Un verdadero carnaval parasitario, pero sin gracia alguna.
Ahora, si piensas que la única forma de sacarlos es con químicos de laboratorio —caros, rebuscados y a veces duros para el estómago, déjame decirte algo: la naturaleza tiene sus propias cartas bajo la manga, y vaya que son poderosas.
🦴 ¿Qué parásitos estamos hablando, ?
Los hay de todos los colores, formas y mañas. Están los internos (como lombrices, tenias y giardias) que viven en el intestino, alimentándose del alma de tu perro (bueno, casi); y los externos, como pulgas, garrapatas y ácaros, que parecen tener una fijación con causar picazón.
¿Tu perro perdió peso sin razón? ¿Tiene diarrea, vómitos, barriga hinchada o el pelaje más apagado que un farol sin vela? Mmm… ¡ojo al piojo! Eso puede ser señal de que hay inquilinos no deseados instalados.
🌱 La artillería natural: remedios caseros que sí funcionan
Vamos al grano. Te comparto los remedios que nuestras abuelas usaban, y que aún hoy siguen ganando batallas sin disparar una sola bala química.
1. Semillas de calabaza: las granadas verdes del intestino
Tan chiquitas y calladas… pero cuando entran en acción, ¡zas! Las semillas de calabaza tienen un compuesto, la cucurbitacina, que paraliza a ciertos parásitos intestinales. Imagínate una ráfaga silenciosa que los deja sin escape.
¿Cómo usarlas?
Molé un puñado y agrega una cucharadita por cada 10 kg de tu perro en su comida. Una semana así y chau gusanos. Simple, sabroso, sin drama.
2. Ajo (sí, leíste bien): el caballero blanco disfrazado de villano
Se ha dicho de todo sobre el ajo. Que es tóxico, que no se toca, que mejor no. Pero resulta que en pequeñas dosis, ¡es un desparasitante poderoso! Claro, no es cuestión de darle una cabeza entera, pero con una pizca bien pensada, actúa como escudo interno.
¿La medida justa?
Un diente de ajo chico cada 20 kg de peso, rallado y mezclado con la comida, cada 3 días. Así, sin vueltas. Pero eso sí, si tu perro es muy chiquito, mejor consulta antes.
3. Vinagre de manzana: ácido para el gusto, dulce para el cuerpo
Ese aroma fuerte que hace fruncir la nariz tiene sus razones. El vinagre de manzana cambia el pH del cuerpo, haciendo que los parásitos externos salgan corriendo como si vieran un fantasma.
¿Cómo se usa?
En el agua: una cucharadita por cada litro, si tu perro la acepta.
En la piel: mezcla una parte de vinagre con tres de agua y rocié el pelaje. Bye, bye bichos.
4. Aceite de coco: el abrazo tropical que desarma invasores
Huele rico, se derrite en la lengua y, para los parásitos, es como caminar sobre lava. Su grasa especial impide que se adhieran y multipliquen.
¿El truco?
Una cucharadita por cada 10 kg de peso al día, directo en la comida. O también como crema repelente, frotando suavemente su pelo. Además, lo deja brilloso y suave como terciopelo.
5. Tisana de hierbas (tomillo, menta, manzanilla): el ejército aromático
Cuando las hierbas se juntan, hacen magia. El tomillo desinfecta, la menta equilibra y la manzanilla calma. Juntas forman una poción que trabaja desde adentro, como un escuadrón bien entrenado.
Prepárala así:
Infusiona las tres en agua caliente, deja enfriar, y dales un par de cucharadas en la comida o en el bebedero dos veces por semana.
🛑 ¡Pero alto, humano! No todo es color de rosa
Sí, estos remedios son geniales, pero no reemplazan al veterinario. Si el cuadro es severo, si ves sangre, si el perro no mejora, no te la juegues: consulta ya. Estos trucos son aliados, no milagros en frasquito.
🔁 Y si ya desparasitaste igual puedes usarlos
Claro que sí. Estos remedios también sirven para prevenir. Mantenéis el cuerpo de tu perro tan inhóspito para los parásitos, que ni se acercan. Mejor prevenir que andar recogiendo bichos con cara de pocos amigos.
❤️ En resumen
Cuidar a un perro es más que darle comida y techo. Es escuchar sus silencios, leer su mirada, entender que cuando algo no está bien, el cuerpo habla... aunque sea a ladridos mudos.
Y ahí estás vos, su humano de confianza, con la escoba en mano, barriendo parásitos con cariño, con remedios naturales, con todo el amor que no se mide en gotas ni en gramos